EL MUNDO
1 marzo 2016
Cacao, crema de manos,
gel desinfectante... ¿Hay cosméticos que crean
adicción?
Cristina Galafate
Aplicarse cacao de forma compulsiva, desinfectar las manos
cada dos minutos, rociarse crema una y otra vez, marear al resto con tanto perfume...
Seguramente
reconozca estos comportamientos en alguna persona de su entorno. O quizá usted
mismo se vea reflejado. La sensación de bienestar que producen algunos
cosméticos -hidratación, frescor, aromas agradables...- sumada al deseo de
obtener unos resultados a corto plazo explica esa "necesidad" de
recurrir a ellos de forma constante. Pero, ¿la repetición puede llegar a
convertirse en un vicio? Los expertos consultados por ZEN lo tienen claro: ni
los productos ni su formulación crean adicción. Son los usuarios los que los
emplean de forma equivocada.
"Los
cosméticos que más enganchan son los que puedes llevar en el bolso para
recurrir a ellos en cualquier momento. Aunque se trata, más bien, de una
necesidad psicológica porque los productos en sí mismos y sus componentes no
causan dependencia", afirma el farmacéutico Enrique Bernat.
La dermatóloga de
El cacao siempre a mano
Los
profesionales coinciden en que la "dependencia no es mala". Sin
embargo, puede generar "reacciones negativas en la piel, dermatitis o
favorecer la aparición de alergias" si no aplicamos los productos
correctamente. "Los aromas y los sabores no crean adicción. Su inclusión
en las formulaciones, como por ejemplo en las vaselinas, puede hacer que
estemos constantemente chupándonos los labios y pasando la lengua por ellos,
causando una mayor irritación y sequedad que nos hace aplicarlo de nuevo, de
manera que se convierte en un círculo vicioso", aclara Bernat.
Precisamente
el cacao es uno de los productos que más provocan esta manía. "He probado
casi todos los del mercado, en distintos formatos y de varios sabores. Antes
estaba constantemente con el botecito o la barra en la mano, hasta que encontré
un bálsamo pediátrico para labios secos, agrietados y contra las erupciones que
es neutro y se me ha pasado", cuenta Laura García, una de las personas que
reconoce haber sido, en cierta manera, "adicta" al cosmético. Una
aplicación por la mañana y otra por la noche "sería más que
suficiente" para mantener los labios "en correcto estado de
hidratación", recomienda el farmacéutico.
La necesidad de limpieza
Cada
vez se ven más geles de desinfección en los lugares
públicos, como hospitales y residencias. Es otro de los tips
de belleza que se echan al bolsillo o en la guantera del coche para limpiar las
manos tras llenar el depósito de combustible y después de entrar en contacto
con objetos que toca mucha gente, "como las barandillas de manos en el
Metro". También puede ser obsesivo, sin embargo, la dermatóloga aclara que
"en este tipo de conductas influye la personalidad de cada uno".
"Las
recomendaciones de las organizaciones sanitarias y las advertencias en los
medios han hecho que su venta se multiplique en farmacias y que en muchos
lugares se hayan puesto dispensadores. Están más presentes debido a las últimas
epidemias que hemos tenido, especialmente la gripe A de 2009", reflexiona Bernat. El farmacéutico asegura que la sensación de
limpieza es tal, debido a su "poder bactericida", que algunos
usuarios los utilizan incluso después de lavarse las manos con agua y jabón.
"Es más que suficiente en la mayoría de los casos, por lo que su
aplicación no debería extenderse". Además, estos productos suelen tener
una proporción alcohólica muy alta: "Entrañan diferentes riesgos,
principalmente, causan sequedad extrema en caso de uso constante".
Apropiarse de los aromas
Todos
hemos asociado alguna vez un aroma concreto con una persona. Y, cuando nos
cruzamos con alguien que lleva ese mismo perfume, inmediatamente, pensamos en
ella. Las fragancias también nos encadenan de algún modo "porque nos
regalan momentos de placer y, cómo no, nos queremos apropiar de ellos",
opina Cerdá.
También
está quien gasta medio frasco antes de salir de casa, causando el efecto
contrario al que pretende porque no a todo el mundo le agradan las mismas
fragancias. O el compañero que la guarda en su cajonera como una joya que saca
a relucir varias veces al día. "Nuestro sentido del olfato es muy sensible
y un aroma puede transportarnos a un instante de felicidad, asociado a un
recuerdo o una emoción. No queremos dejar de oler algo y necesitamos prolongar
en el tiempo esa exquisita sensación", dice Cerdá.
Para
la experta, las fragancias de los cosméticos "fusionan la eficacia con el
placer sensorial". "Consiguen que el ritual de belleza se convierta
en un instante apetecible por sus texturas y aromas exquisitos, que envuelven
la piel en una sensación de bienestar sensacional". Carranza afirma que
"un buen aroma podría hacer que nos decantáramos más por un cosmético que
por otro".
Hidratación constante
Existe
la creencia de que utilizar crema de manos continuamente hace que se resequen
más cuando no se aplica. No es del todo cierto. "Hay cremas que poseen un
elevado porcentaje de glicerina. Se trata de un compuesto higroscópico, es
decir, con gran capacidad de absorber la humedad, de tal forma que en lugares
húmedos proporciona hidratación. Por el contrario, en ambientes secos, al no
encontrar la humedad en el ambiente, la adquiere del propio cuerpo",
informa Cerdá.
En
esta línea, Enrique Bernat valora los ingredientes
como clave ante la repetición al recurrir al tarro. "Si las cremas de
manos están correctamente formuladas, aportan nutrientes que mejoran la barrera
de protección natural de la piel. Cuando no, pueden llegar a dañar el manto hidrolipídico de tanto aplicarlas".
Lo
que más reseca las manos son los jabones fuertes o el mojarnos mucho. "Si
llevamos mucho tiempo utilizando un mismo producto para hidratarnos, podemos
apreciar que la piel en cierto modo se acostumbra, por eso es buena opción
plantearse cambiar o alternar varios". Lo mejor, coinciden los expertos,
es "utilizar los cosméticos con mesura".